sábado, 31 de octubre de 2009

LA GUERRA DESDE LOS OJOS DE UN JOVEN (A)

-Se avecina una guerra- dijo muy tranquilo Marhal, el gran e invencible guerrero de la tierra de Ivi Iví. Marhal era viudo y ya estaba viejo pero su sabiduría nunca se agotaba. El trataba de pasarle todos sus valores morales y saberes a su hijo Gonzá. Gonzá era un joven muy inteligente e introvertido, siempre ayudaba con los problemas del pueblo.
.-¿Qué ocurre padre?- preguntó extrañado por el comportamiento de Marhal.
.-Simplemente tengo un mal presentimiento por esas nubes que se asoman en el sur.-
Luego de esa conversación cada uno siguió con sus quehaceres cotidianos. Cayó la oscuridad y ambos se fueron a dormir. A la mitad de la noche las nubes que el sabio había visto comenzaron a descargarse estrepitosamente sobre la pequeña y frágil casa de madera. En ese momento Gonzá se despertó por un sonido parecido al llanto de una niña.
El muchacho salió a ver qué pasaba. A medida que avanzaba, el agua caía cada vez más fuerte hasta que cesó de golpe, justo cuando llegó a un claro del bosque que rodeaba la aldea. En él se encontraba la niña, ella hablaba de una guerra y abrazaba a su padre, quien entre lágrimas le decía que volvería. De repente Gonzá se despertó, todo seguía igual, la lluvia se mantenía constante y ningún llanto se escuchaba. Cuando se dispuso a dormir, se dio cuenta de que ya era de mañana y su padre estaba haciendo el desayuno.
.-Al parecer me asustaste con tu premonición porque la guerra se metió en mis sueños.
.- ¿Cómo puedes saber si fue un sueño?- Gonzá se mantuvo en silencio.
Justo al terminar de desayunar, llegó Juansé, el vocero del pueblo. Antes de que alguien dijera algo, estaba comenzando su discurso.
.-Dentro de dos horas habrá una reunión en el claro del bosque. Un hombre de cada familia debe asistir, tiene que ser valiente porque es posible que deba ir a una guerra. No quiero asustarlos pero esto es serio.
Marhal asintió con la cabeza porque lo que le decían era propio de su conocimiento, en eso, Juansé partió y se dirigió a su padre con estas palabras:
.- Padre, sabes que te amo y siempre te apoye en tus decisiones, pero debes entender que ya brindaste tus servicios para nuestro pueblo. Por eso te pido que borres de tu cabeza la idea que seguramente tienes y me dejes ir a mí. En caso de que algo llegara a pasarme sabrás que tu hijo murió peleando y podrás estar orgulloso.-
Marhal se despidió con un abrazo y se fue a su habitación. El valiente e ingenuo joven fue a preparar provisiones porque no sabía si tendría tiempo de hacerlo después, y tenía razón.
Cuando llegó a la plaza, sus pensamientos, que habían estado mezclados desde la noche anterior, se aclararon. Allí les informaron que se había desatado una violenta batalla en un país vecino y todos debían ayudar. Les pidieron que afilaran sus lanzas porque partirían al día siguiente.
Marhal no había salido de su cuarto, entonces Gonzá se fue. El cielo estaba azul y les levantaba el ánimo a todos esos jóvenes que debían irse de la comodidad de sus casas. Cuando partieron creían que el extenso camino nunca acabaría, pero antes de que se dieran cuenta, ya habían llegado. En el campamento habían dispuestas unas carpitas y un par de fogatas en las que Gonzá se acomodo rápidamente y sin ningún problema con otros de su tierra. Pero no había mucha conversación de su parte porque estaba aislado pensando, “para qué habré venido, tendría que haberme quedado en mi hogar usando mi mente para resolver problemas y dejar que mi padre venga, el es el guerrero de la familia. ¿Por qué yo, que nunca sigo mis impulsos, me dejé llevar con algo tan delicado como una guerra?”Cuando fue a dormir, se le cruzó por la cabeza la idea de que al día siguiente podía llegar a morir.
Mientras tanto, Marhal seguía encerrado en su habitación, llorando. La única ocasión en que se había lamentado fue cuando su bella esposa murió, injustamente, cuando daba a luz a su amado hijo. Esta vez las lágrimas no lo tomaron por sorpresa.
Al día siguiente, Gonzá se levantó pensando en su amado padre y en cuánto lo extrañaba. Todos juntos desayunaron lentamente tratando de atrasar ese horrible momento que no salía de sus cabezas. A diferencia del día anterior, el cielo no los entusiasmó.
Caminaron hasta el lugar de la batalla, sintiendo las hojas de sus espadas apretadas contra sus cuerpos esperando a ser desenvainadas. Al llegar, observaron detenidamente a los hombres que tenían que asesinar a sangre fría y muchos, incluyendo a Gonzá, nunca habían matado a nadie.
En el instante en que sonó el grito de guerra, Gonzá vio un rostro conocido. El mismo hombre que había estado en sus sueños la noche de la premonición de su padre, el mismo que lloraba por su hija, ese hombre que juro que volvería estaba corriendo hacia él.
Gonzá se quedó inmóvil, congelado en sus pensamientos como siempre lo hacía, ajeno a todo lo que pasaba a su alrededor. Hasta que algo lo hizo despertar. Un frío tan crudo como nunca había sentido en sus inviernos, algo le corrió por la garganta, como haber tragado aire del sur. De repente se le erizó la piel y vio al padre de la niña cubierto con su sangre. Cayó al suelo y logró ver el reflejo del sol en una de las lanzas que chocaban haciendo un ruido que cada vez se alejaba más de los oídos del joven. Gonzá respiró por última vez.

Seudónimo: Wonder Woman

No hay comentarios:

Publicar un comentario