domingo, 1 de noviembre de 2009

LA VARA DE CROWHARD (A)

Parte I

Esta historia comienza en el lejano reino de Rockville, entre las Montañas Escondidas, durante la época de los caballeros, reyes y hechiceros.
Pero en este pintoresco pueblo habitaba Badbeast, la fiera más temible: dientes filosos, ojos de fuego y un cuerpo de león de 6 metros de altura, sin dejar de mencionar las enormes alas. Esta bestia amenazaba desde hacía varias generaciones con destruir Rockville a partir de su aliento, que todo lo congelaba.
Y es así como cada semana Badbeast solicitaba una bolsa de oro y siete humanos para comer. Desde entonces, los habitantes eran cada vez menos.
Samuel Crow, brujo del pueblo y uno de los Hechiceros Peregrinos Naturales, decidió un día y por iniciativa propia y repentina enfrentarse a Badbeast. Pero por más pruebas que hacia, ninguna poción, nada lograba el poder suficiente como para aplastar a la bestia. Por eso su espíritu peregrino lo llevó hasta el palacio a pedir ayuda al rey.
---- Majestad. Requiero su ayuda. Me enfrentaré a la bestia. Sin embargo, no tengo suficiente potencia. Necesito inspiración de su sabiduría.--comentó el hechicero
--- Bueno. Yo no soy quien para dirigir tu futuro. Pero no contribuiré con tu suicidio –
--- ¡Juro por la Sacra Dinastía del Ave Rock que no fallaré! –gritó Samuel.
--- Entonces, ese juramento me obliga a...—hizo una pausa y continuó -- Hace muchos años, antes de morir, mi abuelo Hard escribió la instrucción para construir el arma que destruiría a la fiera. Solo falta quien se anime a fabricarla y, sobre todo, a usarla. Está archivada en los Códices del Reino. Vamos a buscarla. —comentó el rey. El agradecimiento de Samuel no se hizo esperar, en forma de reverencia.

Parte II
Cómo derrotar a la bestia

Se necesita una vara de roble hueca que esté recubierta con los pigmentos de las Seis Santas Plantaciones y que en su interior contenga:
- Néctar de la Flor Gélida
- Puré de bayas doradas de Lotaria
- Lava en polvo

Esto era lo que decía el Códice Real.
--- Bueno... No parece tan difícil. La Flor Gélida habita en nuestro país limítrofe, Santryck, para las bayas deberé peregrinar hasta Lotaria y lava puedo encontrar en los volcanes del sur de nuestra querida Rockville, justo el lugar donde esta la cueva da Badbeast. Si logro conseguir todo lo demás llegare a tiempo para pulverizar un poco de lava con mis hechizos y terminar la vara, lista para enfrentar a la fiera.
--- No olvides las Seis Santas Plantaciones... No será tan fácil como dices... –indicó el rey
--- ¡Cierto! ¡Deberé ir hasta Frastick, Daniar, Hackw, Dudek, Amoah y Essien para conseguir cada plantación! –recordó Samuel Crow
--- En ese caso solo te daré dos ayudas más: Un burrito de carga y mi deseo de buena suerte. –comentó el rey
--- Gracias Majestad, le debo la vida.
--- La vida solo se la debes a quien te la dio, hijo Mio. ¡Ve, y que sea exitosa tu empresa!
--- ¡Por Rockville la vida, la gloria, o la muerte! –gritaron los dos al unísono

Parte III

Dos años después de la partida de Samuel Crow, el hechicero, con la piel cuarteada, cansado y en medio de la nieve, estaba pulverizando una cazuela de lava con Hechizos a Mano Alzada. Solo, había hecho todo el trayecto. Había pasado por Santryck, por el hielo seco y el frío que calaba los huesos, y había tomado Néctar Gélido con mucho esfuerzo de que no se congelase. Después de eso, debió peregrinar de allí a Lotaria, donde se encontró con que solo en las Costas del Suroeste había bayas doradas. Debió viajar hasta allí y tomar cuidadosamente algunos frutos.
Un año viajo por los Seis Países para conseguir un ejemplar de cada una de las Seis Santas Plantaciones. En algunos países lo recibieron bien, en otros tuvo que enfrentarse a la resistencia de entregarle su planta sagrada y en otras la hostilidad de los pobladores era irritable. En Essien podó un roble hermoso y fabricó con su madera una varilla hueca con la insignia de Rockville tallada.
Luego regresó a su aldea. Se fue al pie del volcán Rosw, donde la nieve era la alfombra del terreno, lo escaló y tomó un poco de lava en su cuenco. Ahora había terminado de fabricar el polvo de lava y de mezclar todos los ingredientes. Coloco todo en la varilla, la recubrió con los jugos de las Seis Plantas que obtuvo y se dirigió hacia la cueva del monstruo.

Parte IV

Pasó un tiempo. Samuel Crow se regeneró por completo. Se sentía ahora como un joven cuyas energías nunca fueron empleadas. Listo para combatir.
Cuando estaba por poner un pie en el escondrijo del monstruo, se puso a pensar:
--- Si los relatos son ciertos, esa bestia no va a permitirme el ingreso a su cueva como si fuera su madre – pensó en voz alta.
Pero ese pensamiento le trajo una idea. Esperando el ataque, se durmió y despertó a la otra mañana. Recién se movilizó cuando vió a la comitiva de jóvenes que ingresaba a su fin, con el mayor adelante que portaba una bolsa de oro.
Samuel se acerco al último, y por lo tanto mas joven, y le dijo:
--- Corre y salva tu vida. Solo dame tu ropa y dirígete al palacio. Pide hablar con el rey en mi nombre y dile que todo marcha bien. Adiós.
Sin más explicaciones intercambiaron sus vestidos y cada uno se encaminó a su posición.
Dentro de la cueva, el monstruo quiso seleccionar a uno para desayunárselo. Samuel se atemorizo y todo lo peor que sus ojos habían visto fue borrado ante esa horrible presencia: una bestia feroz que se babeaba de ver siete personas para elegir cual devorar.
Todo sucedió en un instante. Samuel comprendió que no podía esperar más. En segundos mas estaría en el estomago de la bestia. Saco su vara y atacó por sorpresa. Una explosión. La bestia, consumiéndose en el resplandor verdoso que salía de la vara. La vara de Crowhard, como la llamarían luego los habitantes de Rockville, uniendo los nombres de sus creadores. Samuel, tendido en el suelo, durmiendo un sueño del que jamás despertaría. Y se cumplió la arcaica profecía que los rockvillianos utilizaban como arenga: ¡Por Rockville la vida, la gloria... o la muerte!

Seudónimo: Skyblissful

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